>> Cerró el
21 de diciembre de 2008 con
La vida es sueño de
Calderón de la Barca. Y
no tardaron en tapiarse con ladrillos sus entradas (ver aquí). Pero, en la fachada, aún resiste ese forjado que agarraba los grandes cartelones del
Teatro Albéniz. Ahí están las ventanas desde las que, hasta 1983, se asomaban once inquietantes
autómatas que se movían representando a las
regiones españolas. Algunas de estas figuras de madera sobrevivían todavía dentro del hall del teatro. Quizá sigan ahí, inmóviles, detrás de las puertas de ladrillos.
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